Hace 425 años nació Santa Rosa de Lima, uno de los íconos religiosos más conocidos y venerados por los católicos, dentro y fuera del país. El padre Manuel Álvarez, prior del tradicional convento limeño, que fue la última morada de la Santa, nos habló de lo que significó su presencia en la Lima colonial.
“Ella atendía a los enfermos en la enfermería del jardín. Ahí demuestra su sentido de lo que debemos ser”, nos comenta el padre Manuel, quien destacó la entrega de Santa Rosa a los votos católicos, desde muy joven.
Además del amor a las personas, el padre Manuel señaló que ella también amaba mucho al Perú y así lo demostró en 1615 cuando se iba a producir el ataque de corsarios holandeses al Callao y ella reunió a todas las mujeres para orar en la Iglesia de Ntra. Sra. del Rosario. El ataque no se llegó a producir y el milagro se le atribuyó a la Santa.
“Santa Rosa tenía un sentido de vida. Ella por la educación de su mamá se hace cristiana y se entrega a un camino de amor a la gente y de amor a Jesús, sobre todo a los más necesitados.
Los castigos físicos
Santa Rosa se sometió a duras penitencias, con el fin de asemejar el dolor sentido por Jesucristo en la Cruz. Muchas de estas prácticas han generado confusión y polémica en algunas personas que sostienen que la Santa era masoquista.
El padre Manuel, niega esa forma de ver las penitencias de la Santa y sostiene que ella concebía el dolor como una forma de limpiar los pecados, suyos y de la ciudad de Lima. Asimismo, buscaba sufrir al igual que lo hizo Jesucristo.
“Cuando uno se enfermaba de pequeña ¿Quién estaba a nuestro lado en las noches de desvelo? ¿No era nuestra madre? Ella no pensaba en el sufrimiento del sueño perdido, sino en tu curación. Con Santa Rosa ocurría lo mismo. Ella no pensaba en el dolor, pensaba en el perdón de pecados”, manifestó el religioso.
Por: @Jaisia Amaro
Fuente la República.com.pe
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